ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (126)
EN
RECUERDO DEL EDICTO DE MILÁN, 313-2013:
USO
RELIGIOSO DE LA POLÍTICA, USO POLÍTICO DE LA RELIGIÓN
El
siglo IV del tiempo cristiano supuso en la historia de la humanidad el tránsito
del ‘cristianismo primitivo’ al establecimiento de la Cristiandad, época
eclesiástica en la que aún nos encontramos, aunque ciertamente pueda
considerarse que concluyó como integrante de la esfera civil en Occidente.
En el año 303 había tenido lugar la “Gran
Persecución” de Diocleciano, propiamente la última persecución de los
cristianos, con las entonces tradicionales demoliciones de iglesias y lugares
de reunión, quema de documentos escritos, condenas a muerte y privación de
cargos oficiales con las consecuentes apostasías.
El
acontecimiento conmemorativo se ha recordado conjuntamente por el Cardenal
Angelo Scola, arzobispo de Milán, y Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de
Constantinopla, y al recuerdo de ambos –con un sentido abiertamente positivo-
se ha unido el Papa Francisco evocando que en aquél se “decretó la libertad
religiosa de los cristianos”.
Poco
importa que la conjunción “Edicto de Milán, 313, Constantino”, al modo de
tantas otras expresiones populares, encierre no sólo ‘tres mentiras’ sino
cuatro, ya que la decisión original de libertad para los cristianos ni fue
edicto, ni se publicó en Milán, ni tuvo lugar en el año 313, ni la proclamó
Constantino. El primer acto singular de concesión de libertad de culto
cristiano correspondió a Galerio, emperador de Oriente, mediante una Carta-Decreto
de Tolerancia –perdida- para unas determinadas regiones,
dictado en Nicomedia en el año 311. Sí sería establecido posteriormente, en el
313, con valor en todo el Imperio, en Milán, por Constantino I, con acuerdo de
Licinio.
Esta libertad concedida desde el exterior,
con sus altibajos a lo largo del siglo IV, descubre unas fuertes tensiones
internas en el propio cristianismo, los enfrentamientos de numerosas herejías con
los criterios considerados ortodoxos que exigirían la confección de una
doctrina, objeto de los primeros concilios ecuménicos de Nicea I (325, la
divinidad de Jesús) y de Constantinopla I (381, la divinidad del Espíritu
Santo), convocados respectivamente por los emperadores Constantino I y Teodosio
I, con el interés prioritario de la búsqueda de la paz en sus imperios.
El acontecimiento final de este singular
siglo IV para la Iglesia se deberá a Teodosio I el Grande con la proclamación
del cristianismo como religión oficial del Imperio: se ha constituido la
Cristiandad. Comienza otra era caracterizada, sobre todo, por el uso político
de la religión y el uso religioso de la política.
A modo de conclusión: en la historia cristiana, con el Edicto de Milán se inicia la confusión del ‘Reino de los cielos’ –que no es de este mundo- con el ‘reinar en este mundo’, confusión que se establece firmemente con el advenimiento de la Cristiandad, época en la que aún se encuentra inmersa la Iglesia Católica Romana. ¿Cuánto lastre será capaz de descargar Francisco?
Francisco
González de Posada
Académico
de Santa Cecilia
Por lo menos, el Papa Francisco, ha iniciado una política de gestos, que al parecer, rompe con una linea que conducía a una inexorable apatía de los fieles. Veremos si los poderes fácticos de la misma Iglesia, permiten un cambio de rumbo acorde con los tiempos. Magnífico artículo.
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