EL LIBRO MANUSCRITO EN LA CORTE DE ALFONSO X EL SABIO y (III)
Pero, sin duda, la obra maestra del Scriptorium
de Alfonso X es el libro de las Cantigas de Santa María, que han sido
calificadas por su más reciente editor, el prof.Mettmann, como el
"cancionero mariano más rico de la Edad Media". Ya Menéndez Pelayo
las había definido como la "Biblia estética del siglo XIII", por su
combinación admirable de textos, músicas y miniaturas; y el musicólogo catalán
Higinio Anglés, que tras un largo esfuerzo logró descifrar el sistema de
notación, considera esta obra como "el repertorio musical más importante
de Europa en lo que se refiere a la lírica medieval". A través de sus más
de 400 poemas o cantigas y de sus más de numerosas miniaturas
--sólo el llamado Codice
Rico, conservado en la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial,
editado en facsímil hace unos años, contiene más de 1.250 miniaturas-- podemos reconstruir la biografía espiritual
de Alfonso X y presenciar, como en un friso extraordinario, el desfile de la
vida cotidiana de una época que fue testigo de la elaboración de las más
deslumbrante síntesis cultural de las varias que tuvieron lugar en España
durante la Edad Media.
Conocemos los nombres
de algunos de los que participaron en los "equipos" de traductores, y
hasta nos han llegado representaciones iconográficas del rey rodeado de sus
colaboradores. La mayor parte de ellos eran judíos, aunque no faltaban los
cristianos. Entre los primeros destacan, además de los citados Judá ben Mosé e
Isaac ben Sid, Abraham Alfaquín y Samuel ha-Leví. Los dos primeros
intervinieron en diez obras alfonsíes, sin contar su colaboración en las Tablas
Alfonsíes. Entre los cristianos citaremos a Fernando de Toledo, Guillén
Arremónd'Aspa, y a los italianos Juan de Mesina, Juan de Cremona y Pedro de
Reggio, probalmente formados en la Escuela de Palermo, creada años antes por
Federico II. Mención especial merece Bernardo el Arábigo, convertido del Islam
al Cristianismo, que fue el autor de la segunda traducción hecha del libro de
la Açafea, y de quien sabemos que recibió tierras en el repartimiento de
Murcia.
La participación del
rey en estas tareas, dejando aparte su indiscutible mecenazgo, debió ser
relativamente destacada, ya que de ordinario no se contentaba sólo con
"prologar" el libro ya acabado. Por el contrario, como testificó su
sobrino don Juan Manuel, Alfonso X
avia muy grant espacio para estudiar en las materias de
que quería componer algunos libros, ca morava en algunos lugares un año e dos e
más, e aun, segunt dicen los que vivían a la su merced, que fablavan con él los
que querían e cuando él quería, e ansí avía espacio de estudiar lo quél quería
fazer para sí mesmo e aun para veer e determinar las cosas de los saberes
quélmandava ordenar a los maestros e a los sabios que traía para esto en su
corte.
Manuel González Jiménez
Académico de Santa Cecilia
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