ENCUENTROS EN LA ACADEMIA (286)
Puerto Potemkin
Muchos sabrán por qué
se llaman “pueblos Potemkin” aquéllos que son sólo fachada que oculta la
desastrosa realidad detrás.
Cuenta la leyenda que el mariscal Grigori Potemkin, favorito
de Catalina II de Rusia, hizo levantar fachadas bellamente decoradas a lo largo
del recorrido que ésa debía hacer por la recién conquistada Crimea.
Se trataba de esconder de esa forma la miseria bien real en
la que vivían sus habitantes y engañar a la zarina, cosa que su amante
consiguió plenamente.
A veces pienso en esa anécdota de la historia de Rusia cuando
paseo por las calles de El Puerto, me fijo en alguna fachada recién pintada,
pero, al mirar a través del ojo de la cerradura o una ventana, veo techos
apuntalados, un trozo de cielo o un jardín totalmente abandonado.
Me confirman algunos vecinos que muchas de las casas del
centro histórico son sólo eso: fachadas, estén felizmente pintadas o bien abandonadas
por culpa de la desidia de sus propietarios, en muchos casos bancos.
Y uno se pregunta entonces: ¿a qué se está esperando? ¿A que
se caigan balcones o fachadas enteras
para levantar en los solares que dejen feos edificios de viviendas?
¿Se pretende acaso que El Puerto se convierta en una ciudad
como cualquier otra, renunciando a esas casas palacio o incluso otras más
modestas, pero que constituyen su singularidad?
¿No quedamos en que, destruidas las industrias tradicionales,
que eran las que daban la riqueza a El Puerto, a éste parece quedarle ya sólo
el turismo?
¿Por qué entonces no se considera absolutamente prioritario
concienciar a todos los propietarios y vecinos de la urgencia de evitar que El
Puerto se convierta en un pueblo
Potemkin o en una ciudad fantasma?
Conozco a familias que abandonaron en su día el casco histórico y se fueron a
vivir a las urbanizaciones porque tenían entonces hijos pequeños, pero que a
las que ahora les gustaría volver si el centro recuperase su antiguo atractivo.
El centro es también el lugar favorito de los extranjeros que
han elegido vivir en El Puerto aunque cada vez se dicen más decepcionados por
el abandono que observan a su alrededor.
Admitamos que es una tarea difícil la que tiene planteada el
nuevo gobierno municipal tras tantos años de abandono, desidia y, según muchos,
también corrupción.
Y recordemos la famosa frase del presidente norteamericano
John F. Kennedy cuando dijo: “No preguntéis qué puede hacer vuestro país por
vosotros. Preguntad qué podéis hacer por vuestro país”.
Es hora de arrimar todos el hombro.
Joaquín
Rábago
Socio
Colaborador de la Academia
Los que ahora están en el puente de mando poco van a hacer, y los que vengan detrás ya veremos.
ResponderEliminarEl Puerto se hunde cada vez más y ya se va pareciendo a una ciudad fantasma.
¿Pagar muchos impuestos y tasas por servicios nulos o de escaso valor no es arrimar el hombro bastante?
ResponderEliminarCómo me "duele" este artículo de Joaquín Rábago, al que no se le puede quitar ni una sola coma del mismo, pero al que, lastimosamente, hemos de añadir la desidia pandémica de los que se ocupan del bienestar de los ciudadanos, pero que, además, padecen el síndrome pancista de ignorar quien les paga su salario y con qué finalidad.
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