EL MUNDO DE LA MÚSICA. CAPÍTULO VII (2)
Compositores del Barroco (2)
Nació
en el seno de una familia musical en Palermo (Sicilia), pero muy joven, a los
doce años, se trasladó a Roma, donde completó su formación musical. Su primera
ópera “Gli equivoci nel sembiante” - Los
equívocos del rostro – una comedia pastoril concebida para ser interpretada
en un escenario exterior, con un reparto reducido y pocos músicos, fue
estrenada en Roma con tan gran éxito que, en 1682, la reina Cristina de Suecia,
fanática de la ópera italiana, lo nombró maestro de capilla de San Giordano de
la Carità. A aquella
primera ópera de 1679, le siguió otra en 1680 “La honestidad en los amores” que fue la primera representada en el palacio real de Suecia. En 1685 se
trasladó a Nápoles, donde obtuvo el puesto de maestro del Teatro del Palacio
Real, cargo que desempeñó hasta febrero
de 1689, fecha en la que fue nombrado profesor del Conservatorio de Santa María
de Loreto.
A
Scarlatti se le considera el fundador de la Escuela Napolitana de Ópera del
siglo XVIII, pero eso no es del todo cierto pues, aunque sin duda desempeñó un
papel relevante en el ámbito de la ópera de finales del siglo XVII y principios
del XVIII, sus óperas son precursoras de las que más tarde, a finales del siglo
XVIII, consolidarían el estilo clásico del género.
Hugo Rieman dice
de él:
<<Todas las obras de Scarlatti son de un
valor excepcional. Además de las innovaciones aportadas a la composición de la
orquesta y en la plástica del aria, el nombre de Scarlatti indica en la
historia de la música el más alto representante de una gran época de la Escuela
Napolitana, por la extraordinaria belleza melódica de sus composiciones
vocales. Con él, el canto italiano alcanza su apogeo por el brillante
virtuosismo y la amplia línea expresiva. Estableció la forma y los caracteres,
y muchos de sus grandes sucesores en la escuela de música vocal del siglo
XVIII, incluso Händel y Hasse, no pudieron hacer, en este aspecto, otra cosa
que seguir el camino trazado por él>>.
Durante
su estancia en Nápoles, compuso óperas para el teatro de la corte y para el de
San Bartolomé; también para el de Roma, pero la hostilidad del Papa al teatro y a la ópera era tal que, en
1697, ordenó demoler el magnífico teatro “Tor di Nona”, por lo que
Scarlatti se vio obligado a dedicarse a la composición de música sacra – cantatas,
oratorios, conciertos sacros y misas – entre ellas la “Misa Clementina”.
Su extensa y
variada obra: oratorios, cerca de
veinte; serenatas, otras tantas; cantatas de cámara, más de seiscientas;
misas, unas doscientas; conciertos sacros, motetes y tocatas,
preludios y fugas, sonatas a cuatro –dos violines,viola y violoncelo-, suites para flauta y clave, sinfonías de cámara, doce; llegó a
componer ciento quince óperas, de las cuales sólo se conocen los títulos de
ochenta y siete.
Pese a su
reputación de maestro de la ópera napolitana del sigloXVIII, rechazó muchos de
los elementos de las nuevas óperas cómicas napolitanas. Su ópera bufa “Il trionfo dell’ onore”, que revela un
talento cómico notabilísimo, pese a ser quizá la más puramente napolitana de
todas sus óperas, no contiene ninguna de las características más populares de
la época, como la tarantela.
Su obra “Il prigionero Fortunato” (1698), fue una de las primeras obras en
incluir el fagot, a menudo doblando al oboe.
Nacido en
Venecia, pasó la mayor parte de su vida en su ciudad natal. Músico
independiente, fue, Junto con Antonio Vivaldi, uno de los grandes compositores
italianos del Barroco tardío. Cultivó con éxito tanto la música vocal profana,
cantatas y óperas, como la instrumental, sonatas y conciertos. En la década de
1720, su fama como compositor de música instrumental había llegado muy lejos,
tanto que J. S. Bach utilizó temas de las sonatas
en trío Op.1 de Albinoni, como base para varias de sus fugas. Durante su
vida, relativamente larga, produjo una considerable cantidad de música:
Misa a capella para tres voces masculinas,
cantatas para voz y bajo continuo, cien piezas de música de cámara para entre
uno y seis instrumentos, doce conciertos a cinco Op.5, doce conciertos a cinco
Op.7, doce conciertos a cinco Op.9, ocho sinfonías y unas cincuenta óperas.
El concierto para
violín surgió entre Bolonia y Venecia hacia el año 1700. El propio concierto
Op.5 de Albinoni, es un elemento crucial en la evolución del concierto – de grosso a solista -. Uno de sus rasgos
definitorios es que la partitura del violín se destaca con claridad del
acompañamiento, lo que no era habitual hasta la fecha. También, el papel de
acompañante de la orquesta queda mejor definido que en las obras anteriores, lo
que se traduce en que el conciertos se percibe como un enfrentamiento entre el
solista y la orquesta, y la música se convierte en dialogo o competencia. Los
conciertos Op.5 tendrían una enorme influencia en los países del norte de
Europa.
Es curioso que,
el famoso Adagio en sol menor que se
le atribuye a él, se deba, en realidad, a Remo Giazotto, compositor del siglo
XX, especialista en la música de Albinoni. Según él, la obra se basa en
fragmentos tomados del movimiento lento de una sonata en trío de Albinoni.
Antonio Vivaldi (1678-1741)
Antonio Vivaldi (1678-1741)
Compositor
y violinista italiano, nacido en Venecia y fallecido en Viena. Aunque nunca
desempeñó oficio religioso alguno, Vivaldi se ordenó en 1703, por lo que
recibió el sobrenombre de “il preto roso”
(el cura pelirrojo). Fue uno de los compositores más grande e influyente
del Barroco tardío. Sus aportaciones a la orquestación, y en particular al
género del concierto, así como su estilo, fueron fundamentales para el
desarrollo de la música instrumental en el siglo XVIII. Su originalidad se
aprecia en la música orquestal programática.
Compuso más de
quinientos conciertos, de los que 230 son para violín solo. También escribió
cincuenta óperas, cuarenta cantatas, noventa sonatas solistas o en trío y
cincuenta obras sacras, pero sus composiciones más importantes fueron los
conciertos escritos para violín, que han sido calificados de << más bellos y más cálidos que los de J.S.
Bach”>>.
Su obra Op.8, en la menor, incluye varias obras
programáticas, de las cuales, las más conocidas son Las
cuatro estaciones, cuatro conciertos para violín en las que se hace patente
la rica imaginación pictórica, cromática y musical del compositor. Cada
estación, acompañada de un soneto que la describe, se representa a través de
una amplia variedad de técnicas violinísticas y orquestales.
En el invierno, por ejemplo, notas en “staccato” de registro agudo sugieren
una lluvia invernal, mientras que pasajes descendientes muy rápidos ilustran el
hielo resbaladizo. En el último movimiento, el
verano, se oye una tormenta.
Entre las muchas
obras de Vivaldi, las más influyentes fueron tres colecciones de doce
conciertos cada una: L’estro armonico
(la inspiración armónica) Op.3; La
stravaganza (la extravagancia) Op.4; e
Il cimento dell’armonia e dell’inventione (la lucha entre la armonía y la
invención) Op.8.
En L’estro armonico, la diversidad en la
orquestación y las innovaciones formales resultan sorprendentes. En especial
sobresale su recurso al ritornello – estribillo - en los movimientos rápidos: el desarrollo armónico tiene lugar en
el estribillo, que se presenta en varias ocasiones a cargo de la orquesta y en
varias tonalidades, alternado con secciones solistas de carácter melódico más
libre. La forma ritornello constituiría la base del posterior desarrollo de la
sinfonía clásica en el siglo XVIII. Este modelo lo adoptaron e imitaron otros
compositores y fue el paradigma del concierto de tres movimientos:
rápido-lento-rápido. Bach transcribió la música de Vivaldi y asimiló algunas de
sus características en su propio estilo.
La influencia del
concierto también se percibe en las obras vocales de Vivaldi, en lo que se
refiere a su forma y estilo. En especial los motetes se consideran <<conciertos
para voz>>, pues su adornada tesitura vocal está concebida como si la
voz fuera un instrumento, exhibicionismo vocal relacionado con la ópera que
estaba haciéndose común en la música sacra a pesar de que las autoridades
eclesiásticas lo consideraban inaceptable. Un rasgo singular de la música de
Vivaldi es el empleo de violines para conducir la melodía principal mientras el
coro acompaña en el fondo, técnica que augura la misa sinfónica de finales del
siglo XVIII.
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