EL MUNDO DE LA MÚSICA. CAPÍTULO -XI. Compositores del Romanticismo (3)
Frederick
Chopin (1810-1849)
Chopin
nació en Zelazowa Wola, un pueblo cerca de Varsovia. Tuvo una infancia feliz y
una esmerada educación. A los cuatro años empezó a recibir clases de piano con Adalbert Zywny, bajo cuya dirección
progresó tan rápido que el día de su octavo cumpleaños hizo su presentación
como pianista, interpretando un concierto de
Gyrowetz, en una fiesta de caridad en Varsovia. Su manera de tocar fue
muy aplaudida por el público de Varsovia, buen conocedor y muy aficionado a la
música, recibió al niño prodigio como a un nuevo Mozart. A los doce años
comenzó a estudiar la teoría de la armonía y del contrapunto con el director
del Conservatorio de Varsovia. Su formación no sólo fue musical, pues a los catorce años ya escribió,
en colaboración con su hermana, una comedia que los cuatro hermanos
representaron el día del cumpleaños de su padre. Dicen que Chopin tenía grandes
dotes de actor.
Su segundo
concierto público, a los quince años, fue en presencia del zar Alejandro que
había expresado su deseo de oírlo tocar un nuevo instrumento, el Aelopantalon,
una mezcla de armonio y piano, inventado por un carpintero de Varsovia. Tan
satisfecho quedó el zar que le regaló una sortija de brillantes. Ese mismo año
publicó su primera composición para piano: Rondó
Op.1. Desde entonces la música fue su única ocupación. Muchas de las obras más
famosas de Chopin fueron escritas entre los dieciséis y los veintiún años,
antes de su marcha a París. A este periodo pertenecen, además de los dos
primeros conciertos, las Variaciones para
piano y orquesta que hizo sobre <<Là
ci daren la mano>> del Don Juan
de Mozart; el trío en sol menor, y la
mayoría de las pequeñas piezas publicadas después de su muerte, con los números
Op.68 a 71.
En 1830, el
levantamiento de Polonia contra el poder ruso despertó su patriotismo y le
inspiró su estudio Op.10
<<Revolucionario>>. En 1831 se estableció en París. Un año
después un concierto suyo atrajo la atención de los compositores Listz, Mendelssohn
y Schumam. Éste, tras oír unas variaciones de Chopin sobre un aria de
Mozart, exclamó: <<Caballeros,
quitaos los sombreros. ¡Un genio!>>. Chopin se convirtió en habitual
de los salones musicales parisinos, donde tocaba con frecuencia para la clase
alta y burguesa.
En
1836, Chopin conoció a la escritora George Sand, con quien mantuvo una relación
amorosa hasta 1847. Fue la década más productiva en su carrera de compositor.
De esa época son: los Preludios, Op.28
(inspirados en Bach); la imponente Polonesa
en La bemol mayor, Op.53; el alegre Vals
del minuto, Op.64; la Sonata para
piano en Si bemol menor, Op.15, que contiene la famosa marcha fúnebre, tal
vez el mayor regalo que haya hecho a la cultura popular.
Robert y
Clara Schumann (1810-1856) /
(1819-1896)
Robert Schumann
nació en Zwickau (Sajonia), hijo de un librero, editor y novelista. Creció
rodeado de libros y en un ambiente
literario. Leía mucho – su autor favorito era el novelista romántico
Jean Paul Richter - e incluso llegó a escribir varias novelas. Comenzó a
estudiar piano a los siete años y pronto se hizo evidente su talento para la
improvisación. Dos años más tarde empezó a tomar clases de piano con el famoso
pedagogo Friedrich Wieck, allí conoció a su hija Clara, de nueve años, también
aprendiendo piano con su padre. Dieciséis años más tarde, en 1840, se casaron.
Clara Wieck
comenzó a dar conciertos a los trece años y se fraguó una reputación
internacional como pianista. En cambio la carrera pianística de Schumann se
truncó porque se lesionó dos dedos de su mano derecha. Aunque Clara fue más
famosa como pianista, también empezó a componer a temprana edad. Su obra, casi
toda para piano, oscila entre preludios y fugas inspiradas en Bach. El
monumental Concierto para piano en La menor, que a sus dieciséis años interpretó con la orquesta del Gewandhaus de Leipzig, tuvo a
Mendelssohn como director.
Cuando, por causa
del accidente en su mano derecha, su esperanza de ser un virtuoso pianista se
esfumó, Schumann se dedicó a componer obras para piano, como las Variaciones Abegg, Op.1 y Papillons, Op.2. En
1834 se embarca en un proyecto editorial y literario: la Neue Zeitschrift für Musik – revista de música dedicada a la
crítica musical contemporánea.
Schumann fue un
compositor romántico en el verdadero sentido de la palabra. Su música contiene
todo el entusiasmo exuberante y negligente, la soñadora melancolía y la
profunda desesperación de la juventud. En su concepto, la única misión de la
música es expresar los sentimientos del compositor. Para él componer no
significa construir una estructura musical por medio de notas, sino dar
expresión a la personalidad del compositor. Shumann no necesitaba programa para
sus composiciones, para él, la música se bastaba a sí misma. Sobre su concepto
de la música escribió:
<<La gente encuentra en la
música expresiones de dolor, de alegría o de melancolía; pero no las huellas de
otras pasiones como la rabia o el llanto, lo que le impide penetrar a fondo en
la obra y captar los estados de ánimo del compositor>>.
El año de la boda (1840) con Clara
Wieck, sería también el año del Lied,
pues compuso dos de sus mejores ciclos de Lieder:
Frauenliebe und lieben (amor y vida de mujer) y Dichterliebe (amor de poeta).
En
ningún otro género se reveló el genio de Schumann tan completamente como en el Lied. Cualquier pianista encuentra en
los acompañamientos de estas canciones, las expresiones más características del
estilo musical de Schumann, que sobrepasó con mucho el mundo limitado de
Schubert.
Pronto,
Schumann, se dio cuenta de que el piano era demasiado limitado para su
exigencia, y en 1841 dedicó su interés a la música para orquesta o para piano y
orquesta. En los años sucesivos volvió a la música de cámara, y en las mejores
composiciones de este periodo logró cuajar una completa síntesis de fantasía
juvenil y de madura fuerza expresiva.
Sus
sinfonías son más bien inspirados cuadros emotivos que estructuras sinfónicas
meditadas y construidas llenas de un lirismo espontáneo, fuerza expresiva y
poesía, pero les falta programa sinfónico.
Algunas de sus obras: Pulsen en las de color para escucharlas.
§ Quinteto
para piano y cuerda, en Bi bemol mayor, Op.44
§ Concierto
para piano, en La menor, Op.54
§ Concierto
para violonchelo, en La menor, Op.129
§ Concierto
para violín, en Re menor (su última
obra)
§ Piezas
fantásticas (3), para clarinete y piano, Op.73
§ Fantasía,
Op.16, “Kreisleriana”
§ Oratorios:
”El Paraíso y la Peri, Op.50
- “La peregrinación de la rosa, Op.112
§ Lieder:
“Mirtos” (26); “Primavera de amor” (12)
-
“Rosa, mar y sol”; “Amor, vida y mujer” (8)
-
“Amor de poeta” (7);
- Liebeslied “Canción de amor” (Poema de
Goethe)
- Liederkreis, Op.39 (12 poemas de Eichendorff)
§ Álbum de
canciones para la juventud, Op.79
§ Romanzas y
baladas-II Op.49: “Los dos granaderos”
Franz Liszt (1811-1886)
Nacido en Raiding, una región húngara de habla alemana, pronto se le reconoció su prodigioso talento musical. De niño conoció a Beethoven y estudió con Karl Czerny, brillante pedagogo y profesor de piano que al oír tocar al niño exclamó: << ¡No he escuchado un talento semejante desde Schubert! >>. Cuando el padre fue a pagarle la primera lección, Czerny no quiso aceptar el dinero diciendo que el escuchar al niño era suficiente recompensa. Liszt sacó tanto provecho de su maestro que le dedicó su “Études d’exécution transcendante”, tratado de estudios sobre piano que ampliaba el de su profesor de forma más amena y didáctica. Después de dos años de estudio, se le permitió a Franz tocar el piano para el público vienés, el 1 de diciembre de 1823. Tenía sólo doce años. Beethoven que presenció el concierto, al acabar subió al tablado, beso al niño en la frente y exclamó: <<Se hablará mucho de él>>.
Ese
mismo año, Listz, marchó a París provisto de una carta de presentación del
príncipe Metternich, solicitando su ingreso en el conservatorio. Su solicitud
fue denegada por una ley que prohibía la admisión de extranjeros. Respaldado
por sus excelentes referencias no tardó en tener acceso a los círculos
musicales y sociales más selectos de la ciudad. Después de un concierto en
privado, dio otro en la Ópera de Paris. Las críticas de los periódicos eran tan
elogiosas que, más que críticas, parecían la descripción de un romance amoroso:
<<…los miembros de la orquesta
estaban tan subyugados por la música de Listz, que se olvidaron de prestar
atención a sus cuadernos>>. <<Le petit Listz era la sensación de
París>>. <<La gente quedaba sobrecogida por su fascinante ejecución,
su excepcional técnica y su encantadora personalidad. Las mujeres le
adoraban>>.
El mismo éxito se
repitió en Londres y Manchester. Al año siguiente, la ópera de Listz: Don Sancho, tuvo un éxito enorme.
A
continuación, Listz, realizó una gira por Francia, Suiza y los Países Bajos,
pero su placer por interpretar en público decayó considerablemente. Se sentía
solo y busco consuelo en la religión. Se enfrascó, día y noche, en la lectura
de la Biblia y otros libros religiosos. Poco después le dijo a su padre que
quería ser sacerdote. Su padre le contestó: <<Tú
perteneces al arte y no a la Iglesia>>.
Durante
la ausencia de Listz, en París, un nuevo virtuoso del piano, el austriaco
Sigismund Thalberg, acaparó la atención y pasó a ser el ídolo del público
parisino. Herido en su vanidad, Listz, para dejar sentado que él era el
pianista más notable de su época, propició la celebración, a modo de duelo, de
un concierto entre ambos, interpretando cada uno sus propias composiciones.
Listz siguió siendo el indiscutible “rey
del piano y pianista del futuro”. Así lo declaró Berlioz.
Entre 1840-1848,
Listz, para cumplir con sus compromisos, se dedicó a realizar giras como
concertista que eran procesiones triunfales. En 1848, cansado de las agotadoras
giras y de dar conciertos, aceptó el puesto de director de la orquesta del gran
duque de Weimar, donde se estableció durante muchos años. Allí se concentró en su labor de director de
orquesta y en su actividad de compositor, dedicándose también a dar ocasión de
revelarse a jóvenes compositores desconocidos.
Listz se había
pasado la vida componiendo obras para piano; en sus giras de conciertos había
llevado a cabo arreglos efectistas de melodías de óperas y otras obras
similares. Su sentido de las posibilidades del piano era tal que podía transformar
la más complicada de las obras orquestales en excelente pieza de piano. Pero,
poco a poco, fue interesándose por la composición independiente y escribió una
serie de poéticas piezas para piano a las que imprimió su técnica y su
brillante estilo. Estas piezas, con sus figuras cromáticas, sus pasajes
armónicos y su acompañamiento en terceras forman, por sí solas, un estilo
pianístico totalmente nuevo. Simultáneamente empezó a interesarse por la
orquesta y, basándose en las sinfonías programáticas de Berlioz, creó una forma
propia: el poema sinfónico de un solo
movimiento.
Su estancia en
Weimar fue muy fecunda en producción. Las composiciones de este periodo
comprenden: Conciertos para piano que
incluye “Años de peregrinaje”; Sonatas para piano en Sí menor; Grandes
estudios para piano; y las Sinfonía
Fausto de Goethe y Sinfonía de la
Divina Comedia de Dante.
Listz compuso
trece Poemas sinfónicos, piezas
orquestales, de entre diez y treinta minutos de duración. A diferencia de la
sinfonía, el poema sinfónico se considera música programática - no música pura
– sino la narración de una historia o la descripción de un elemento extra
musical, como una tormenta o un paisaje. Los poemas sinfónicos de Listz suelen
estar inspirados en fuentes literarias como Tasso,
a partir de poemas de Lord Byron, o Hamlet,
obra teatral de Shakespeare.
En
1849, Richard Wagner fue a Weimar. Entre ambos compositores brotó una cálida
amistad, y Listz se convirtió en el más
ferviente admirador de su música que, durante años, no fue bien aceptada. Listz
dimitió de su cargo de director de orquesta de Weimar en 1859, y dos años más
tarde abandonó la ciudad. Listz se trasladó a Roma y, durante ocho años, se
dedicó al estudio de temas eclesiásticos, trabajó en la mejora de la música religiosa
y en composiciones tan serias como los oratorios Christus y Santa Isabel. Fue recompensado, en 1865, con el título honorario de abate, pero no fue
consagrado hasta 1879.
En 1869, Listz
regresó a Weimar y reanudó su actividad como profesor de piano. En sus clases
no daba “lecciones”, en el sentido usual de la palabra. Le gustaba rodearse de
gente joven, compartir su vida diaria y ser la figura central en todas las
veladas. En 1870 aceptó el ofrecimiento del emperador, ocupando el cargo de
director de la Academia de Música del Estado de Budapest. Los últimos años de
su vida los dedicó a la enseñanza. Por su academia pasaron grandes pianistas
como Isaac Albéniz, que nos ha hecho llegar su sistema.
El significado de
Listz en la historia de la música es inmenso. Notabilísimo director de
orquesta, poseía el don supremo de identificarse con la música de la obra que
dirigía. Descubridor y explotador de todas las posibilidades del instrumento,
creó un estilo pianístico totalmente nuevo e hizo avanzar tanto la técnica como
la evolución del piano más que ningún otro. Fue uno de los mejores técnicos del
piano de todos los tiempos, y uno de los mejores maestros del mundo. Como
compositor ideó un nuevo tipo de música nacionalista en sus Rapsodias húngaras. Su manera de tratar
la sonata era completamente original, y desarrolló el poema sinfónico en un solo movimiento. Era
un osado reformador de armonías; sus modulaciones y su utilización del
cromatismo significaron un importante avance, injustamente atribuido a Wagner.
Hay que destacar
la importancia de la ayuda que prestó Listz a las escuelas nacionales de
Europa, y el apoyo económico que dio a compositores de la talla de Borodin,
Rimsky-Korsakoff, Cesar Frank, Sgambati,
Saint-Säens, Grieg, Smetana, Albéniz…, en resumen, a todos los fundadores de
las nuevas escuelas de Rusia, Italia, Francia, Noruega, Bohemia y España.
Otras obras:
-
Annéess de pèlegrinaje
-
RigoletoParaphrase
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