EL MUNDO DE LA MÚSICA. Capítulo XIV. El Impresionismo Musical
El Impresionismo Musical (1860-1920)
El movimiento
conocido como Impresionismo llega a la música cuando el Romanticismo aún estaba en su apogeo, inducido principalmente por
la pintura. Los pintores impresionistas pretendían reproducir, no sólo la
realidad de la Naturaleza, sino su atmósfera, intentando plasmar y esbozar en
el lienzo la “impresión” que ésta les
producía. En muchos aspectos, la música impresionista trata de hacer lo mismo:
más que reproducir los sonidos de la naturaleza, trataba comunicar las
impresiones recibidas.
Se aplica
generalmente el calificativo de impresionista
a la música en la que predomina un ambiente especial, una atmosfera, relegando
a un lugar secundario la forma, la armonía y la tonalidad. Reproduce, a manera
de recuerdos, el efecto que ciertas circunstancias o hechos influyeron sobre la
sensibilidad del artista, que se dedicaba a la introspección estética, tratando
de encontrar nuevos y sutiles medios expresivos para traducir el estado de
ánimo y transmitir al oyente los vagos e imponderables movimientos de la mente.
La característica
principal del Impresionismo musical es
el refinamiento armónico con el libre y frecuente uso de las disonancias,
escalas arbitrarias, modos orientales…, rechazando sistemáticamente todo
formulismo clásico que pueda parecer eco del lirismo romántico. En general,
todas las normas severas que han venido rigiendo el arte de componer. Se suele
decir que la música de Debussy es impresionista porque es posible percibir en
ella una analogía sonora de las obras de
pintores impresionistas como Renoir, Monet o Pissarro. Llevó su interés al “color”de los sonidos y procuró expresar
los estados de ánimo mediante la sensación sonora, creando un lenguaje musical
nuevo que abolía muchas de las reglas tradicionales. Abandonó el sistema tonal mayor-menor y la
regularidad de construcción del tiempo, con el fin de obtener nuevos efectos
rítmicos y armónicos, abriendo así el camino a los nuevos estilos musicales del
siglo XX.
El Impresionismo surgió cuando el romanticismo aún
estaba en su apogeo. En muchos aspectos tenía los mismos fundamentos y trataba,
en esencia, de expresar las mismas ideas pero por medios diferentes. Pronto
empezó a perder gran parte de su atracción primaria a favor de otro
lenguaje que trata de dar una vuelta exterior a las
experiencias interiores: el Expresionismo.
Claude Debussy (1862-1948)
Claude-Achille Debussy
nació en Saint-Germaine-en-Laye, a las afueras de París. En su infancia no
asistió a la escuela, fue su madre quien le enseñó a leer y escribir. No
obstante, a pesar de su escasa formación, siempre dio muestras de un gusto
refinado y selecto, y pronto manifestó entusiasmo por la poesía y la pintura,
además de un gran talento como pianista.
Una de las
primeras experiencias de su vida, cuando sólo contaba siete años, fue el viaje
que hizo a Cannes, donde por primera vez vio el mar. Cuarenta años más tarde
aún recordaba tres cosas de aquel viaje: Las rosas, el mar y un carpintero de
ribera que cantaba sin parar desde la mañana a la noche. Poco después de este
viaje, Debussy mostró su deseo de aprender música y sus padres le permitieron
tomar lecciones de piano. Ingresó en el Conservatorio de París en el año 1873.
Durante los once años que duró su formación musical, no mostró interés por el
sistema tradicional de enseñanza, chocando con los profesores debido a su
entusiasmo por lo original e inusual. El profesor de armonía se desesperaba con
sus improvisaciones, en las que utilizaba increíbles disonancias y
modulaciones. Siendo estudiante de armonía, en la clase de su maestro Durand,
escribió sus primeras composiciones. En 1880 pasó a la clase de composición de
Ernest Guiraud, compositor amigo de Bizet, que estimaba mucho a Debussy.
Wagner fue una de
las primeras influencias de Debussy, con quien siempre mantuvo una relación de
amor-odio, e incluso se permitió la broma de citar a Tristán e Isolda en su divertida pieza Golliwog`s Cakewalk. Pronto se percató que amaba la intensa armonía
cromática de Wagner, más por su color que por su funcionalidad; de hecho la
principal aportación de Debussy a la música radica en la innovación armónica y
en el color orquestal.
Su primera gran
obra fue Prélude à l’apres-midi dùn faune
(Preludio a la siesta de un fauno),
inspirada en el poema de Mallarmé, obra con una sensual orquestación, sentido
orgánico de la estructura, densidad atmosférica y exquisitas melodías y
armonías. Por primera vez, cabe afirmar, se estaba ante unos pentagramas
pensados desde el oído, y éste lo agradecía. Debussy ya no compone con notas,
sino con sonidos. La estructura de la obra es programática, como La Mar, en la que también hace gala de
las calidades ambientales y pictóricas, y manifiesta una increíble habilidad
para pintar imágenes sonoras con la orquesta.
El dice:
<<La música es la expresión del movimiento de las aguas, el juego de las
curvas de las olas que describen las cambiantes brisas>>.
Se suele decir
que su música es impresionista, porque parece posible oír en ella una analogía
sonora de obras de artistas como Renoir, Pissarro, Monet o Degas. Sin embargo,
Debussy no tuvo ninguna relación con los pintores impresionistas.
La armonía de
Debussy, pese a sus terceras tradicionales, le sirve por su color. Los acordes
pueden encadenar armonías paralelas, preservando su fraseo, color y sonoridad,
lo que le otorga a la música una cierta afinidad con el jazz. Entre las
texturas armónicas destacan las quintas puras de La catedral sumergida, que recuerdan a un cantus firmus.
En cuanto a la
melodía, Debussy recurre a una gran diversidad de modos: la escala de tonos
enteros, la diatónica, la cromática y la pentatónica. Lo que confiere a su
música infinidad de formas y una enorme flexibilidad. El ritmo en la música de
Debussy es también muy maleable y no está siempre ligado al tiempo fuerte. A
fin de servir al carácter musical de una pieza, su ritmo puede ser lánguido
como en el preludio a la Siesta de un fauno,
o saltarín y “jazzero” como en Golliwog`s
Cakewalk (baile de de la muñeca de trapo).
Debussy es un
maestro de las texturas. Maneja de forma magistral la resonancia natural del
piano, y en su música orquestal descubre combinaciones instrumentales inéditas
y sonidos resultantes de escribir para las notas más agudas o graves del
registro de los instrumentos.
Tras el
nacimiento de su hija, escribió El rincón
de los niños: suite para piano, dedicada a su hija Claude-Emma, consta de
seis piezas que reflejan el mundo de los juguetes y las lecciones de piano para
los niños. Después se dedicó a componer música para piano. Los dos volúmenes de
Preludios son característicos de
estilo ya maduro de Debussy. Los tres
Nocturnos para orquesta llevan títulos evocativos: <<La chica de los cabellos de lino>>. <<La catedral
sumergida>> y <<Pasos en
la nieve>> son los más conocidas.
Hacia
el final de su vida, Debussy retornó a la música de cámara – el Cuarteto de cuerdas de 1893 es un
ejemplo temprano -, y tanto la Sonata
para violín como la Sonata para
violoncelo, (1915-1917) manifiestan un estilo armónico más integrado, un
cierto neo-clasicismo y una magistral densidad formal. Aunque ésta última no
alcanza los quince minutos de duración, su densidad y su contraste la hacen
parecer mucho más larga. Se caracteriza por una enorme variedad estilística,
desde el comienzo neoclásico y los extraños sonidos, con aire español, de
guitarra de la Sérénade intermedia
hasta el giratorio Finale, las partes
de los dos instrumentos –violoncelo y piano- son magistrales. Su interpretación
exige flexibilidad rítmica, sensibilidad para el color y balance armónico.
Erik Satie (1866-1925)
Erik
Alfred Leslie Satie nació, de madre escocesa, cerca de Le Havre y murió en
París, ciudad en la que vivió desde los doce años. A la muerte de su madre, en
1872, Satie se fue a vivir con sus abuelos maternos antes de reunirse con su padre en París. Pronto manifestó
talento para la música, pero era vago y reticente a aceptar lecciones, por tal
motivo fue expulsado del Conservatorio de París que proporcionaba una educación
musical rigurosa y tradicional.
Poco
más tarde ingresó en el partido socialista radical, siendo algo así como un
profeta en el desierto, aunque alcanzó estatus de gurú e influyó en
compositores como Debussy y Milhaud. Se le considera el líder de un grupo de
compositores franceses, conocido como “Les
Six”, emulando al grupo de compositores rusos “Los Cinco”, sólo en el nombre, pues su desapego emocional, su
independencia de todo pensamiento y estética convencional, y su ausencia de
pretensiones, nos llevan a relacionar la música de Satie con los movimientos
artísticos modernos que siguieron a las
dos guerras mundiales.
Satie
fue un inconformista que se enfrentó a la cultura musical de su época. Su obra
temprana fue una reacción a los excesos emocionales nacionalistas y a la
preponderante estética wagneriana, tal como después, el carácter científico de
la modernidad se puede interpretar como una reacción a los horrores de los
conflictos bélicos. Satie vivió de forma espartana, y la pureza y simplicidad
son los rasgos distintivos de su música, cuya textura es clara y transparente.
Satie
poseía un marcado don de la melodía. Sus temas son simples, bien formados y
fáciles de memorizar, en parte porque son muy repetitivos. Su armonía algo
estática, y el empleo, no funcional, de los acordes de séptima es precursor de
las armonías del jazz.
Satie
compuso sus obras más famosas en la primera etapa de su vida: las Gymnopédies
y las Gnosiennes, son grupos de
piezas breves para piano, simples, repetitivas y modales. Su estructura suele
consistir en una sola línea melódica acompañada de acordes. Las armonías
oscilan entre dos acordes, produciendo un efecto hipnótico que prefigura, en
algunos aspectos, la música minimalista. Su sarcástico sentido del humor se
observa en el hecho de que, como le acusaban de carecer del sentido de la
forma, compuso una obra que tituló Tres
piezas en forma de pera. No obstante, tuvo en cuenta tal acusación porque,
poco después, ingresó en la Schola
Cantorum para estudiar contrapunto,
lo que influyó notablemente en su producción. También compuso Parade, un animado ballet para los
ballets rusos de Diaghilev. Su música presenta una estructura simétrica sin
pretensiones.
Maurice Ravel (1875-1937)
Nació en Ciboure (Bajos Pirineos franceses), cerca de la frontera española. Marie, su madre, con quien siempre tuvo una relación muy estrecha, era vasca. Muchas de las composiciones con “sabor español” de Ravel se inspiraron en las canciones que ella le cantaba de niño. Cuando la familia se trasladó a París (1887), comenzó sus estudios de piano, de armonía, contrapunto y composición. Tras realizar los estudios preparatorios ingresó en el Conservatorio de París para estudiar piano. En 1895 fue expulsado por no llegar al nivel requerido. Volvió a ingresar en 1898, pero esta vez como estudiante de composición bajo la tutela de Gabriel Fauré. Su influencia sobre Ravel es evidente en su profundo conocimiento de los clásicos, armonías audaces llenas de color, y una soberbia técnica orquestal.
Aunque Ravel
llegó a París con sólo doce años, la impresión que le produjo la música popular
española, oída durante su infancia en Ciboure, quedó firmemente arraigada en su
memoria, como lo demuestra el acento de las composiciones de su madurez: Rapsodia española, La hora española y el
Bolero.
En la historia de la música existe la tendencia a comparar a Ravel con Debussy, pese a lo diferente de sus estilos. Cuando en 1907 se estrenaron en París las canciones irónicas y joviales de Ravel: Histoires naturelles, fue el centro de una acalorada controversia. La crítica se dividió en dos bandos: uno que consideraba a Ravel un mediocre imitador de Debussy; y el otro que, a pesar de estar influido por éste, era un compositor de gran fuerza personal y originalidad. Calvocoressi declaraba que Ravel era infinitamente más que una mera copia de Debussy, y así lo argumentaba:
En la historia de la música existe la tendencia a comparar a Ravel con Debussy, pese a lo diferente de sus estilos. Cuando en 1907 se estrenaron en París las canciones irónicas y joviales de Ravel: Histoires naturelles, fue el centro de una acalorada controversia. La crítica se dividió en dos bandos: uno que consideraba a Ravel un mediocre imitador de Debussy; y el otro que, a pesar de estar influido por éste, era un compositor de gran fuerza personal y originalidad. Calvocoressi declaraba que Ravel era infinitamente más que una mera copia de Debussy, y así lo argumentaba:
<<Ravel es más viril que Debussy. En su
música son mucho mayores las variaciones de color, es mayor la profundidad y
más penetrante la fuerza. Cuando se compara con la de Debussy, la música de
Ravel tiene salud y vigor. Está hecha de algo más sólido>>.
Aunque en sus
obras se aprecia una cierta analogía estilística, existen diferencias
esenciales e inequívocas. El estilo de Ravel está firmemente arraigado en la
tradición clásica y sus orquestaciones muestran una mayor influencia de
Rimsky-Korsakov y Stravinsky que las de Debussy. Pese a que ambos utilizaban a menudo las exóticas escalas modales y los
acordes extendidos, el idioma armónico de Ravel es más conservador que el de
Debussy. Además, a Ravel le interesaba subrayar el lirismo de las melodías.
Durante
generaciones, las obras de Ravel han hecho las delicias del público y de la
crítica:
<<Del deslumbrante Gaspard de la
nuit a la belleza lírica del Bolero, Ravel se eleva como una de las mentes
musicales más originales y creativas del siglo XX>>
Descubre su
música:
-
Ópera:
-
Orquestales:
§ Ma mère l’oye (Mamá oca)
(Suite del ballet)
§ La valse (Poema
sinfónico)
§ Bolero
§ Le Tombeau de Couperin (La tumba de
Couperin)
§ Pavana para una infanta difunta
§ Rapsodia española
-
Conciertos:
§ En Re mayor
-
Música de cámara:
§ Introducción y alegro, en Sol bemol
mayor
§ Trío de piano, en La menor
§ Gaspar de la Nuit.
Piano
§ Ondine
§ Jeux d’eau (Juegos de agua)
§ Miroirs (Espejos)
-
Canciones:
§ Historias naturales
§ Scheherazade
Academia de Bellas Artes Santa Cecilia
Comentarios
Publicar un comentario